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Pocas tecnologías han afectado tan profundamente a la industria de TI como la computación en la nube, que ofrece a las empresas un mejor servicio, utilidad y trabajo remoto. Parte del atractivo de este desarrollo es claramente financiero, pues permite a las organizaciones ahorrar en gastos de capital, recursos que pueden ser destinados a otras áreas.
Una infraestructura de TI bien administrada facilita la mayor parte de la carga tecnológica involucrada con el apoyo de sistemas y mantenimiento, ayudando a que las empresas se centren en la productividad de su carga de trabajo más que en factores de riesgo y software subyacentes, ampliando el ahorro que puede invertirse en investigación y desarrollo.
LA NUBE Y LOS GASTOS DE CAPITAL
Hoy, aproximadamente 61% de las grandes empresas utilizan algún tipo de servicios en nube, mientras que 39% no lo hacen, según datos de varias firmas de consultoría.
La proliferación de las ofertas de nube le dan los profesionales una gran variedad de opciones que, dependiendo de sus necesidades, pueden elegir.
Muchas empresas, sobre todo las pequeñas, suelen tener modestas inversiones en recursos TI internos, lo que hace que sea más fácil para ellos buscar métodos como el cloud computing para ahorrar. Las empresas más grandes se aproximan más a los servicios en la nube como una estrategia de ahorro de costos para la descarga de las cargas de trabajo de misión no-crítica, o que están exentas de los requisitos de cumplimiento regulatorio.
En comparación, las medianas empresas tienden a ser víctimas de la inercia y destinar importantes inversiones en recursos de TI internos y procedimientos que hacen que sea difícil de justificar las modificaciones técnicas y exigencias financieras de un movimiento a la nube.
Sin embargo, una vez adoptada una infraestructura de Tecnologías de la Información, administrarla bien y tenerla funcionando al ciento por ciento, impulsará más el ahorro de recursos que pueden ir a la compra de bienes raíces, computadoras y vehículos, que son elementos que tienen una vida útil de varios años, y que por tanto califican como gastos de capital.
Otros gastos que alargan la vida útil de un activo TI también pueden ser considerados gastos de capital. Por ejemplo, la instalación de aire acondicionado en una instalación suma valor a la propiedad por más de un año, y el gasto puede ser depreciado a efectos fiscales por más de 39 años. Sin embargo, si el sistema de aire acondicionado necesita ser reparado, será considerado como un gasto de reparación o mantenimiento y no un gasto de capital.
Para muchos expertos, externalizar la administración de la infraestructura TI de una compañía puede representar hasta 40 por ciento de ahorro. Un buen proceso de gestión y control son ideales para que exista una correcta estrategia de seguridad, mitigación de riesgos y atención ante contingencias que sirvan a largo plazo, y evitar pérdidas millonarias que repercutan en el crecimiento del gasto de capital de la firma.
A escala mundial, el mecanismo de outsourcing de TI es una tendencia que crece cada año, y que en últimos años se ha convertido en una necesidad para los corporativos de cualquier tamaño, reportando beneficios y ahorros que pueden conllevar a ampliar la decisión de llegar a otras zonas del país, llevando a la empresa incluso a la internacionalización. La decisión de llevar una buena administración de la infraestructura tecnológica está en sus manos.